Capítulo 7.4. Kensho Dengue

EL PERDÓN DE BUDA

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Entonces, ofrecí todo de mí al Universo, confiado que la duda, la preocupación, y la mala voluntad no era reales, no eran de verdad lo que soy. Había hecho lo mejor que había podido de esta vida, sacrificado mucho por el camino espiritual. Si esta era mi última respiración, entonces me rendiría al Universo sin quejarme. En este acto, implícitamente buscaba ayuda, sin saber de quién ni para qué. En este “no lo sé”, comencé a experimentar el vacío de una forma nunca vivida antes. Este vacío aquí y ahora, no depende de ideas ni teorías, es simplemente tal como es, vacío puro, sin faltar ni requerir nada.

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Este vacío es Buda, la mente inherentemente pura y completa en sí. Siempre es nuestra elección de alinearnos con esta Mente de Buda, o rechazarla en favor de lo habitual. Los Preceptos están allí para liberarnos de lo habitual. No somos estos pensamientos, este karma negativo. Al elegir a vivir los Preceptos, estamos eligiendo a vivir libres. Quería rendirme por completo a esta nada, al Infinito libre de la emoción y el pensamiento, una nada que abarca todo sin aferrarse a ninguna cosa.

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Ya comencé a ver como el universo entero se abría frente a mí, y aunque mantenía conciencia de mi cuerpo aquí, sentí como mi conciencia se expandía hacia el más allá y se abría al universo. Percibí estrellas infinitas en todas direcciones, galaxias que brillaban sin límite, el firmamento en todo su esplendor. Me sentí único con todo, libre de emoción o pensar, la talidad de este momento preciso. Consciencia también es única con la nada, por tanto, es eterna, sin comienzo ni fin. Simplemente ES.

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Por tanto, no hay nada eliminar. El ego es sólo una idea, pero una idea funcional; puede alinearse en armonía con el Infinito en cualquier momento. Nuestra práctica es seguir alineándonos con este Mente Pura, la Mente de Buda, la nada de nuestra Esencia. Mediante las kleshas de deseo, aversión, e ignorancia, redescubrimos quienes somos. Efectivamente, puesto que somos criaturas de contraste, cada vez que nos olvidamos, pegados a lo que nos cause sufrimiento, cuando por fin regresamos a la calma lúcida de la mente, se aprecia más el fluir inmaculado del Vacío como nuestro estado natural, ya puesto en relieve por la clara contraste con la mente contraída.

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Por eso meditamos para adiestrarnos en el proceso de atender a este momento justo como es, para así disolver las kleshas en la luz de conciencia. Pero recuerden, un kensho no es la meta final, sino un letrero que señala el camino correcto a seguir, una confirmación de que estamos en el camino de los budas, un camino basado en los Preceptos. Con dedicación y esfuerzo constante, todos llegaremos a la budeidad perfecta de nuestro verdadero ser. Siempre eres libre de elegir. El Infinito es bastante paciente; ya que tiene toda la eternidad esperarte. ¿Cuánto tiempo tardarás en despertar a la Verdad?

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Capítulo 7.4. Kensho Dengue

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