Capítulo 20: La llave secreta de la Iluminación

EL PERDÓN DE BUDA

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Así el Maestro está disponible a toda la gente
Y no rechaza a nadie.
Está dispuesto a usar todas las situaciones
Y no desperdicia nada.
Esto se llama encarnar la luz.

¿Qué es un buen hombre,
si nada más un maestro a un mal hombre?
¿Qué es un mal hombre,
si nada más el trabajo de un buen hombre?
Si no entiendes esto, te perderás,
Sin importar lo inteligente que seas.
Es el gran secreto.

1. ¿Cuál es el gran secreto?

COMENTARIO: La Vía realiza todo, y la Vía quita todo.
Si logras la Vía, logras todo, la liberación de vida y muerte.
(Koan #261, Sahn: 1992)

 

 

¿Cuál es el secreto más valioso del Zen? Este secreto es la llave que abre la puerta a la Iluminación en esta vida, en este mismo instante. ¿Cuál es la llave secreta tan importante? De hecho, siempre la hemos poseído. Es la práctica. Sin embargo, ésta requiere que algo imprescindible la acompañe para que se abra la puerta de la Iluminación.

 

 

En nuestra tradición, comenzamos poniendo fe en la afirmación de que todos somos Budas. Pero no nos quedamos allí. Iniciamos la práctica de nuestra meditación, calmando a la mente chica día con día. Nos dicen que la mente calma lúcida es la Esencia en sí. Pero de veras, ¿Qué es esto?

 

 

Empezamos a investigar la pregunta como un hwadu, como un medio hábil para enfocar la concentración mientras que la mente chica suelta su control al percatarse de que no sabe la respuesta definitiva.

 

 

Qué bien. El no-sé nos trae justo a la puerta de la Iluminación. Sin embargo, no es suficiente quedarnos afuera. Queremos pasar por la puerta que nos revela nuestra naturaleza búdica. Mas es aquí el momento en el que se enfrenta un obstáculo muy sutil de superar, antes de despertarnos a la plena consciencia de nuestra naturaleza esencial.

 

 

Este obstáculo mantiene la puerta cerrada, por lo tanto, nos enfocamos en la llave para abrirla. El problema es que estamos practicando para lograr la Iluminación. Mientras que mantengamos esta intención, la Iluminación nunca llegará.

 

 

Es como el monje que se sentaba a meditar todo el día. El maestro le preguntó, “¿Qué haces allí sentado todo el día?” El monje respondió que estaba meditando para convertirse en Buda…

 

 

Luego, el maestro se sentó al lado del monje con una teja en sus manos y comenzó a frotarla con una roca. El monje le preguntó por qué estaba frotando la teja con una roca. El maestro respondió, “Para convertirla en espejo.”

 

 

El monje exclamó, “¡Aunque se esfuerce mucho, maestro, nunca va a convertir la teja en espejo!” a lo cual el maestro respondió, “y de igual forma, aunque te esfuerces mucho, nunca vas a convertirte en Buddha.”

 

 

En esta historia, el monje se esfuerza con mucha determinación y medita todo el día para lograr algo que nunca va a llegar. ¿Por qué? Bueno, mientras medita para algún día lograr la Iluminación, está aferrado a la idea de que “Voy a llegar a ser Buda” o sea, voy a lograr la iluminación en algún momento del futuro. Y esta actitud es exactamente la razón por la que nunca va a lograrlo.

 

 

Primero, la iluminación no es resultado de nada. La iluminación ya es. Ya somos Budas, pero si continuamos aferrados a la idea de que no somos Budas todavía, seguimos ubicando nuestra iluminación a un futuro que nunca llegará. Es una actitud errónea que obstaculiza lo que intentamos lograr.

 

 

Entonces, ¿Por qué estamos meditando? Primero, no meditamos para lograr algo. Es un pensamiento dualista que nos mantiene siempre a la espera con el malentendido de que no somos todavía lo que queremos ser. Es este concepto el que queremos soltar.

 

 

En nuestro linaje, entendemos que ya somos Budas, mas mantener esto como una idea no es suficiente. Además, debemos darnos cuenta de lo que el maestro japonés, Dogen, del siglo XII d.C., dijo en su libro famoso El Shobogenzo:

La idea de que práctica e iluminación no son uno es herético. En el Buddha-Dharma son uno. En vista de que la práctica se basa en la iluminación, la práctica de hasta un novicio es toda de la iluminación original. Así, al dar instrucciones para la práctica, un maestro Zen aconseja a sus discípulos no buscar la iluminación más allá de la práctica, puesto que la práctica misma es la iluminación original.
(Park: 56)

 

 

Así que, la práctica es la iluminación. Cada vez que nos sentamos en meditación, estamos manifestando iluminación. O, mejor dicho, la iluminación súbita se logra el momento que se comienza la práctica, la meditación en sí. La práctica es una función de Esencia, y la Esencia es Iluminación, la Mente Búdica que se manifiesta en acción.

 

 

Es sólo la mente discriminativa la que hace una distinción entre Buddhas y gente ordinaria. Esto crea una brecha falsa. La única manera de eliminar esta brecha es simplemente darnos cuenta de que realmente no existe.

 

 

La iluminación súbita es entender que la práctica es la expresión natural de la Iluminación. La Iluminación es nuestra propia Naturaleza Búdica original. De igual forma, tener fe en budismo es practicar, y practicar es iluminación.

 

 

Todos los maestros Zen han enseñado esto, desde los ancestros a partir de Shakyamuni Buda, hasta los patriarcas como Hui-neng, quien hace la misma declaración mediante la sabiduría, al decir que la meditación y la sabiduría son lo mismo:

 

 

Nunca en ninguna circunstancia digan erróneamente que la meditación y la sabiduría son diferentes; son una unidad, no dos cosas. La meditación es la esencia de la sabiduría, la sabiduría misma es la función de la meditación. Justo al momento cuando hay sabiduría, entonces meditación existe en la sabiduría; justo al momento cuando hay meditación, entonces sabiduría existe en meditación. Buenos amigos, esto significa que la meditación y la sabiduría son iguales. (Hui-neng: Sutra de la Plataforma)

 

 

La sabiduría suprema es que somos Buda, la Mente Universal, la Esencia. Esencia es la Fuente de todo, la que funciona como forma. Por tanto, se entiende que la fe budista es la práctica, la práctica es la meditación, la meditación es la sabiduría, y la sabiduría es la iluminación.

 

 

El punto clave es que la práctica y la iluminación son simultáneos, no existe el antes o el después. Sin embargo, aunque muchos budistas practican, no todos están iluminados aún. ¿Por qué? La práctica y la iluminación son efectivamente inseparables, siempre y cuando estén acompañados de la fe de que “Soy Buda.”

 

 

Nunca vamos a llegar a ser Budas, puesto que ya lo somos. Esto es la llave secreta, la que abre la puerta hacia la Iluminación: Somos Buda, por tanto, la práctica (meditación y los preceptos en la vida cotidiana) es la Iluminación cuando se logra entenderla como la función de la Esencia Fundamental.

Capítulo 20: La llave secreta de la Iluminación

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